Fue por el 2010 cuando leí El Alquimista de Paulo Coelho. Nunca había oído hablar de él y quizá por eso me gustó tanto, y es que si ahora preguntas a alguien sobre El Alquimista ocurre como con algunos grupos de música o algunos directores de cine, que o bien se ama incondicionalmente, o bien se aborrece con todo tipo de calificativos. Capaz de enamorar o de aburrir, El Alquimista lleva descubriéndose por distintas generaciones desde 1988, año de su primera publicación. Relacionado siempre con lectores jóvenes, las diferentes ediciones del libro de Coelho han buscado también un punto de vista didáctico, de enseñanza de los símbolos que El Alquimista guarda entre sus páginas. La edición que yo manejo, publicada por Planeta (Booket) en el 2009, incluye dos anexos didácticos realizados por Seve Calleja e Irene de Puig que son magníficos para entender la verdadera dimensión de un relato no muy extenso (entre 172 y 192 páginas, en función de la edición) pero que está cargado de mensajes, frases, señales... símbolos que son parte de lo que Coelho llama "Lenguaje Universal".
Dispuesto a ofrecer una reseña jugosa para los lectores de El Buscalibros, decidí aderezar mi reciente relectura de El Alquimista con una obra que ha sido frecuentemente relacionada con ella, se trata de Juan Salvador Gaviota, obra de Richard Bach, y que realmente tiene puntos equidistantes. Por eso me he propuesto hablaros no solo de El Alquimista, sino también de enlazarlo con otra obra también importante dentro de las lecturas relacionadas con la espiritualidad y la autoayuda.
El Alquimista nos cuenta la aventura de Santiago, un joven pastor de los campos andaluces que sueña en varias ocasiones con lo mismo: debe viajar a las Pirámides de Egipto y descubrir un tesoro que allí se esconde. Coelho utiliza la aventura de Santiago en pos de su tesoro como símbolo del camino que todos debemos recorrer para hacer realidad nuestros sueños, o dicho al modo de El Alquimista: vivir su "Leyenda Personal". El propio autor ya nos avisa en el prefacio de la obra, El Alquimista es un libro simbólico que se va descubriendo a medida que se van entendiendo las historias, los aprendizajes que hay detrás de cada frase.
Santiago decide vivir su propia "Leyenda Personal", no como otros que se acomodaron, que buscaron excusas a sus propios sueños, y por eso él debe buscar las "señales" que le guíen en el camino. No será fácil ni rápido, pero "la Mano" que escribió los designios del Mundo, irá tejiendo una fina trama de hilo que guiará a los decididos en su viaje. Por el camino, Santiago aprenderá el "Lenguaje Universal" de las personas y las cosas que fueron creadas y que hablaban un mismo lenguaje que fue olvidado. Recibirá la ayuda de personajes que le guiarán o le animarán a seguir para conseguir su sueño. El Rey de Salem, el Mercader de Cristales, el Inglés, el Camellero, el Alquimista, Fátima... alfileres clavados en la pared sobre la que el hilo del sueño de Santiago se irá cruzando y ayudaran a mantenerlo tenso.
Su viaje por el desierto en busca de Egipto le traerá también el conocimiento de los secretos de la Alquimia: la Piedra Filosofal y el Elixir de la Larga Vida. Estos secretos acompañan a Santiago pero no se convierten en el objetivo de su búsqueda. Coelho quiere hacernos entender que viviendo nuestra propia "Leyenda Personal" estaremos cerca de descubrir los secretos de la Alquimia, que no hace falta el estudio de pesados volúmenes sobre Alquimia, llenos de una escritura enrevesada y difícil de entender. Lo primero sería entender el mundo en el que vives, comprender el lenguaje de las cosas y no obviar las señales que nos llevan a seguir lo que está escrito. Maktub.
Desde el inicio, la historia está salpicada de cuentos, historietas a modo de moralejas que dejan al espectador pequeñas enseñanzas o lecciones. Cuentos como los Narciso, las Oréades y el lago, o el cuento del monje que ofrece al Niño Jesús sus juegos malabares, o la historia que hay detrás de la frase bíblica "No soy digno de que entres en mi casa, una palabra tuya bastará para sanarme". Unos relatos muy entretenidos que han servido a muchos lectores de El Alquimista para decorar sus muros de Facebook o lanzar tuits al Mundo como escribiendo grandes verdades.
Frases y más frases que hacen pensar, reflexionar sobre la condición humana, el Destino, el Amor... y un sin fin de temas que siempre atraen al lector. Lo cierto es que es gratificante leer El Alquimista, pues durante su lectura te paras a pensar en la vida, en lo que has vivido y en lo que te queda por vivir. Piensas en tus propios límites, o en las metas que te quedan por conseguir. Es cierto lo de la "autoayuda", pero no al modo facilón con recetas para la felicidad, sino a través de la reflexión interna, de la espiritualidad. Por eso que durante la lectura se encontrarán numerosas referencias a Dios, Alá, "La Gran Obra" (la Biblia) y todos los símbolos de las grandes religiones monoteístas.
Invadido por esa sensación de bienestar decidí alargarla y leer Juan Salvador Gaviota, escrito por Richard Bach en 1970, es una de las referencias que los propios editores añadieron en la contraportada de El Alquimista, junto a la de El Principito, como libros a los que frecuentemente se ha relacionado la obra de Coelho.
Juan Salvador Gaviota es una gaviota que ha decidido no hacer lo que todas las gaviotas hacen: arremolinarse cerca de las cubiertas de los barcos en busca de comida; hacer picados vertiginosos sobre el agua del océano para conseguir una buena presa; y obedecer las órdenes de la Bandada.
Juan quiere volar por el gusto de volar, hacer volteretas, picados a gran velocidad, posiciones aerodinámicas... por el gusto de hacerlas, le da igual si caza más o menos, si come una vez o dos al día. Su objetivo es volar más y mejor, alcanzar un nivel de perfección que nadie que él conoce posee.
No tiene límites, y aún cuando duda sobre su condición de gaviota y es expulsado de la Bandada el sigue en su empeño. La expulsión de la Bandada es traumática hasta que entiende su nueva condición de libertad, y las enormes posibilidades que ahora se le abren.
Juan es como cualquier otro de nosotros. Vivimos encorsetados en una sociedad que tiene normas no escritas acerca de cómo debemos ser. Clichés y estereotipos que nos atrapan y nos impiden ser como realmente somos: seres únicos y originales.
Os animo a que abordéis El Alquimista o Juan Salvador Gaviota si no lo habéis hecho ya. Los paralelismos son evidentes: los dos te animan a vivir tu vida de forma intensa, sin despreciar tus sueños o aspiraciones, por viejas o disparatadas que sean. Si ya leísteis alguno de ellos o ambos, siempre es de agradecer una relectura tan gratificante. Espero que os guste la recomendación, igual que espero que lo hayan hecho las otras 23 recomendaciones que os he hecho durante este año y medio pasado.
Su viaje por el desierto en busca de Egipto le traerá también el conocimiento de los secretos de la Alquimia: la Piedra Filosofal y el Elixir de la Larga Vida. Estos secretos acompañan a Santiago pero no se convierten en el objetivo de su búsqueda. Coelho quiere hacernos entender que viviendo nuestra propia "Leyenda Personal" estaremos cerca de descubrir los secretos de la Alquimia, que no hace falta el estudio de pesados volúmenes sobre Alquimia, llenos de una escritura enrevesada y difícil de entender. Lo primero sería entender el mundo en el que vives, comprender el lenguaje de las cosas y no obviar las señales que nos llevan a seguir lo que está escrito. Maktub.
Desde el inicio, la historia está salpicada de cuentos, historietas a modo de moralejas que dejan al espectador pequeñas enseñanzas o lecciones. Cuentos como los Narciso, las Oréades y el lago, o el cuento del monje que ofrece al Niño Jesús sus juegos malabares, o la historia que hay detrás de la frase bíblica "No soy digno de que entres en mi casa, una palabra tuya bastará para sanarme". Unos relatos muy entretenidos que han servido a muchos lectores de El Alquimista para decorar sus muros de Facebook o lanzar tuits al Mundo como escribiendo grandes verdades.
Frases y más frases que hacen pensar, reflexionar sobre la condición humana, el Destino, el Amor... y un sin fin de temas que siempre atraen al lector. Lo cierto es que es gratificante leer El Alquimista, pues durante su lectura te paras a pensar en la vida, en lo que has vivido y en lo que te queda por vivir. Piensas en tus propios límites, o en las metas que te quedan por conseguir. Es cierto lo de la "autoayuda", pero no al modo facilón con recetas para la felicidad, sino a través de la reflexión interna, de la espiritualidad. Por eso que durante la lectura se encontrarán numerosas referencias a Dios, Alá, "La Gran Obra" (la Biblia) y todos los símbolos de las grandes religiones monoteístas.
Invadido por esa sensación de bienestar decidí alargarla y leer Juan Salvador Gaviota, escrito por Richard Bach en 1970, es una de las referencias que los propios editores añadieron en la contraportada de El Alquimista, junto a la de El Principito, como libros a los que frecuentemente se ha relacionado la obra de Coelho.
Juan Salvador Gaviota es una gaviota que ha decidido no hacer lo que todas las gaviotas hacen: arremolinarse cerca de las cubiertas de los barcos en busca de comida; hacer picados vertiginosos sobre el agua del océano para conseguir una buena presa; y obedecer las órdenes de la Bandada.
Juan quiere volar por el gusto de volar, hacer volteretas, picados a gran velocidad, posiciones aerodinámicas... por el gusto de hacerlas, le da igual si caza más o menos, si come una vez o dos al día. Su objetivo es volar más y mejor, alcanzar un nivel de perfección que nadie que él conoce posee.
No tiene límites, y aún cuando duda sobre su condición de gaviota y es expulsado de la Bandada el sigue en su empeño. La expulsión de la Bandada es traumática hasta que entiende su nueva condición de libertad, y las enormes posibilidades que ahora se le abren.
Juan es como cualquier otro de nosotros. Vivimos encorsetados en una sociedad que tiene normas no escritas acerca de cómo debemos ser. Clichés y estereotipos que nos atrapan y nos impiden ser como realmente somos: seres únicos y originales.
Os animo a que abordéis El Alquimista o Juan Salvador Gaviota si no lo habéis hecho ya. Los paralelismos son evidentes: los dos te animan a vivir tu vida de forma intensa, sin despreciar tus sueños o aspiraciones, por viejas o disparatadas que sean. Si ya leísteis alguno de ellos o ambos, siempre es de agradecer una relectura tan gratificante. Espero que os guste la recomendación, igual que espero que lo hayan hecho las otras 23 recomendaciones que os he hecho durante este año y medio pasado.