Y llegó la hora de reseñar uno de esos libros que yo considero retos. Un libro de Paulo Coelho, afamado escritor mundialmente reconocido al que muchos admiran. Yo, amigos, no puedo incluirme en ese grupo. Personalmente, creo que en muchos aspectos hemos llegado a sobrestimar el valor de sus palabras cuando otros autores las han expresado igual o incluso mejor, sin embargo a ellos los dejamos en el olvido por no existir postales de fondo negro e imagen monocromática con su firma que podamos compartir en las redes sociales para expresar cómo nos sentimos. Es cierto que tiene libros buenos, sí, pero muchos de ellos a mí me resultan lentos, lecturas poco dinámicas y que tardan en engancharme. Aún así, sigo dándole oportunidades. Y por aquello de seguir probando, me topé con Veronika decide morir.
Paulo, aquí has roto mis esquemas. Me has hecho comerme muchas de mis palabras, y tengo que reconocer que al fin he encontrado una historia tuya con dinamismo, que me ha enganchado de principio a fin.
En Veronika decide morir, Paulo Coelho nos narra en tercera persona la historia de Veronika Deklava. La historia de una chica joven a la que, a primera vista, no le falta de nada -es guapa, agradable, dinámica, inteligente, tiene una familia que la quiere y aprecia, no le faltan las citas- y a la que, sin embargo, le sobran los motivos para querer acabar con su vida. Veronika ya no ve un mañana. No es depresión, no está triste, no le ha pasado nada que la empuje a ello, sin embargo, esta joven se ha cansado de vivir. La monotonía, la falta de excitación en su vida, saber que cada día va a ser lo mismo una y otra vez, y creer que ya vivió todo lo que debía, la empujan a pensar que una sobredosis de somníferos será la solución y la mejor manera de terminar con aquello por lo que ya no siente ninguna admiración: su vida.
Aquel día, desde aquella habitación en el centro de la capital eslovena, y no sin antes planearlo todo hasta el último detalle, Veronika decide acabar con esa vida que ve vacía de pasión y sentido.
Pasadas una horas, nuestra protagonista de hoy despierta en el centro psiquiátrico de Villete. Un hospital lleno de lo que muchos llaman “locos” y donde aprenderá el verdadero significado de esa misma palabra, pues un loco no es más que alguien diferente, que hace las cosas de modo distinto a los demás, pero dime tú quién marca en este mundo de locura dónde está la normalidad.
Allí conocerá a Zedka, a Mari, y al chico esquizofrénico que sonreía cuando Veronika tocaba el piano. De la mano de ellos, de enfermeros, y de algún que otro presuntuoso doctor (casi más loco por sus ideas que muchos de los internos), aprenderá que la vida es distinta a lo que ella pensaba. Que la emoción está donde se quiere sentir, que la pasión no se termina nunca si tú no quieres, y que las ganas no deberían sobrar jamás.
Una experiencia tan agradable como carente de sentido desde el punto de vista de Veronika, pues los doctores le dicen al poco de despertar que los cuatros tarros de somníferos que ingirió en su intento de suicidio hicieron tanto daño a su corazón que éste no podrá soportar la vida por más de cinco o seis días.
Una historia que augura finales desde la primera página y que no deja de sorprenderte mientras la lees a velocidad de vértigo. Una lectura altamente recomendable, rápida y que te enseña a apreciar las pequeñas cosas de la vida, ésas que, normalmente, en esto que llamamos día a día, pasan desapercibidas. Una historia con la que Coelho ha conseguido que me dejase de principios para empezar por el final. El final de Veronika. El final de una vida que merecía de verdad ser vivida. Exactamente igual que la de cualquiera de nosotros.
No os olvidéis de vivir, y haced que cuente.
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