Leopoldo María Panero, poeta español fallecido recientemente, fue conocido en vida sobre todo por su obra poética, obra que ni él quería etiquetar, ni resulta posible hacerlo, pues su estilo singular y característico no encaja en ningún grupo ni corriente. Sus poemas fueron, sin embargo, incluidos en la antología de José María Castellet, Nueve novísimos poetas españoles, junto a importantes poetas como Pere Gimferrer, Guillermo Carnero, o Ana María Moix, fallecida también este año, entre otros. No obstante, es asimismo destacable su peculiar trabajo como traductor, que siguió la senda y el estilo marcados por su poesía. Uno de los máximos conocedores de su obra, el catedrático de la Universidad de Zaragoza Túa Blesa, que editó sus antologías poéticas Poesía Completa. 1970-2000 y Poesía Completa. 2000-2010, se encargó también en 2011 de sus traducciones de autores extranjeros, recogidas en un volumen titulado Traducciones / Perversiones.
En una amplia introducción al mismo, titulada Teoría y práctica de la traducción como perversión, Blesa desarrolla sus ideas y teoría de la traducción, y cómo, sobre todo en Panero, esta se convierte en una perversión.
Panero se incluiría en una concepción de traductor como escritor, como creador. La idea tradicional, y algo anticuada, de traducción sería la de los traductores que no hacen propia esa posición de escritor, sino que piensan en un ideal de fidelidad. Para Panero, su función como traductor es la de desarrollar o superar el original, no limitarse a trasladarlo. Es por eso que podemos calificar sus traducciones de singulares, y él mismo llega a referirse a su tarea como “antitraducción”. Algunos críticos en su momento no aceptarían esta forma de traducir, no comprendían que Panero antepusiese su lectura personal a la literal, si es que algo así es posible en alguna traducción.
Pero, ¿qué textos traduce Panero? No son textos al azar o que se encuentren ajenos a su propia obra. Traduce autores provenzales, como Georges Bataille o Guilhem de Peitieu, ya que es sabida por los conocedores de su obra la afición de Panero por la poesía provenzal. Además, traduce obras de autores que tradicionalmente se considerarían para niños, como Lewis Carroll o Edward Lear, puesto que Panero ve dos antecedentes en la literatura moderna o de vanguardia que él practica a su manera: la literatura de terror y la literatura infantil. Pero en sus traducciones, estos textos exceden el dominio de lo infantil, y van hacia algo más oscuro, más sexual, más pervertido. También traduce a Catulo, con el que se podría relacionar porque en su momento fue un neóteroi (innovador), así como Panero fue un novísimo en la antología de Castellet. No se puede separar pues su trabajo como traductor de su propia trayectoria poética, aunque seguramente este oficio no respondiera solo a cuestiones estéticas, sino también económicas, siendo la literatura el único trabajo del poeta.
En las traducciones (o perversiones) de Panero encontraremos versos añadidos que no aparecen en los textos originales; la perversión encuentra en el texto grietas, vacíos, en los que el traductor penetrará para rellenar el original, para perfeccionarlo o terminarlo. Asimismo, habrá estrofas sin traducir. Encontraremos también traducciones de términos que se contraponen al sentido de los originales: “young lady” lo traduce como “vieja”, “ta bouche” lo traslada como “tu ano”, o “That Young Person of Kiev” como “esta joven imbécil de Kew”, entre otros muchos ejemplos. También, en el caso de las traducciones de los limericks de Edward Lear (poesías breves acompañadas de una imagen), la traducción que nos ofrezca Panero estará condicionada además por el dibujo que acompaña al original; así, traducirá “She wore a small Wig / And rode out on a Pig” como “Púsose Opsibina una peluca / Para montar en un cerdo y darle la espalda”, ya que en la imagen vemos al personaje montado en un cerdo, pero al revés.
Es el propio Panero el que llama a estas traducciones “perversiones”, palabra que incluye el término “versión” (sinónimo de traducción), pero que con el prefijo per- cambia el significado, y así defiende que puede modificar y suprimir lo que a él le parece.
Nos encontramos pues frente a una excelente edición llevada a cabo con el cariño y conocimientos que solo Túa Blesa podría proporcionar sobre el tema. Un libro para abrirse a otros puntos de vista; para adentrarse en el mundo de Panero, o para conocer su faceta como traductor, aparte de la ya conocida de poeta; un libro para dar lugar a la perversión.
Publicado por Carlos
Carranza Comercio