Una de las muchas cosas que me enseñó el gran Jesús Rincón, fue Un Manual de Vida, de Epícteto. Nunca fui muy dada a la filosofía estoica, porque solía pensar que la resignación básica que defendía su pensamiento no encajaba con mi manera de ver la vida; no contestataria, pero sí al menos luchadora. Hasta que descubrí a Epícteto y una idea de la vida que, si bien se establece desde el reconocimiento a lo dado más propio del estoicismo, también muestra la grandeza de todo aquel que asume su vida desde la celebración de lo inmediato, sin intenciones de redención bajo criterios externos.
Sorprende la actualidad de Epícteto, cuyo manual entronca con la psicología más actual, de tintes casi budistas, podría decirse –curioso es el capítulo dedicado al desapego de lo material y afectivo, en general-. En todo momento se guía por la máxima de no poder cambiar lo que te pasa, pero sí el modo en que lo analizas. Por ello define a la felicidad como la conjunción perfecta entre tres factores: la voluntad, las ideas que tienes respecto a las cosas que te pasan y el uso que haces de esas ideas. Por tanto, no luchas contra lo imposible, no sufres innecesariamente en pos de un destino diferente, ni te cobijas en soledades de autocompasión, sino que eres capaz de cambiar tu destino cambiando, únicamente, tu manera de enfrentarte a aquello que te ocurre. Así, entre otras muchas cosas, construyes la personalidad que quieres de ti mismo, sin dependencias externas, con la seguridad de ti mismo en cada momento. Recoge en numerosas ocasiones la idea de “construye tu propio mérito”. Hazte valedor de ti. Pero sin el soporte intelectual, o casi metafísico, de energías que fluyen y dan consistencia a lo real, sino tan sólo desde el poder de tu propio deseo, de convertirte en quien eres, bajo tu propio criterio, y no desde lecturas ajenas y engañosas.
Epícteto, del siglo I d.C, alcanza en pleno siglo XXI toda la vigencia que su pensamiento demanda. Y empuja hacia adelante; hacia la plenitud de ser más nosotros mismos; “a partir de ahora, promete que dejarás de defraudarte a ti mismo. Sepárate de la multitud. Decide ser extraordinario y haz lo que tengas que hacer. Ahora.”
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