Hoy vengo con la reseña que no tocaba. Una serie de sucesos durante el fin de semana han hecho que me decida a reseñar uno de los libros a los que más cariño le tengo, y que habré leído unas cinco o seis veces. Es el primero de una serie de seis, aunque sólo os dejaré reseña del primero, el que para mi gusto es el mejor de la sexalogía.
El Clan del Oso Cavernario es la historia de cómo Ayla, una niña cromañón, pierde a su familia en un gran terremoto. El primer libro de esta serie, llamada Los Hijos de la Tierra, fue escrito en el año 1980 y yo lo leí cuando tenía aproximadamente unos 12 años, y ya entonces me cautivó la fortaleza de su protagonista, a quien la recogen una tribu de Neandertales, y la instruyen en sus costumbres.
Ya desde el primer momento podemos apreciar las dificultades que tendrá para adaptarse a esta nueva familia adoptiva, quienes no emiten sonido alguno, sino que se comunican con las manos, a través de gestos. Ayla deberá aprender la sumisión de las mujeres del Clan, y enfrentarse al deseo mezcolado con miedo de los hombres del mismo, quienes la verán como un ser feo, raro y en ocasiones casi embrujado, por su forma de andar, su pelo claro, y no solo sus diferencias físicas sino las de su carácter. Esto le ocasionará problemas muy graves con el hijo del Jefe del Clan, quien utilizará su fuerza física para someterla en varias ocasiones a lo largo de esta primera historia.
No quiero desvelar demasiado de la historia porque realmente creo que es un libro que debería catarse al menos una vez en la vida, y si lo probáis no podréis soltarlo, y así poder conocer a Ayla, la mujer cromañón, a Iza, su madre adoptiva y experta herbóloga del grupo (los pasajes sobre botánica del libro son una delicia, la combinación y la creación de ungüentos), y a mi personaje favorito; Creb, hermano de Iza y curandero del clan, quien ejerce una especie de profesión de chamán dentro del grupo, y quien nos transportará y adentrará en la conciencia colectiva del grupo y en su particular visión del mundo espiritual.
Salvando algún error de tipo que se le ha encontrado posteriormente, el libro, altamente descriptivo, es una auténtica delicia. Aprovecho mi reseña de hoy para dedicársela a mi abuela Gregoria, quien decidió marcharse este sábado, una mujer con una fuerza parecida a la de Ayla, y con un amor igualmente incondicional para los suyos. Allá donde estés te echaremos de menos, aunque me queda el consuelo de que por fín te reunirás con tu amor, quien te cantaba esto cada vez que tenía ocasión. Te quiero.