La primera vez que oí hablar de ¿Por qué me comprasteis un walkie talkie si era hijo único? me dirigía a mi trabajo mientras escuchaba la radio. Hablaba Ángel Carmona de Hoy Empieza Todo en Radio 3 (no te mueras sin haber escuchado nunca Radio 3) sobre el curioso hallazgo de un niño prodigio de la música, que durante la década de los 60 y 70 del pasado siglo había compuesto una serie de canciones que habían sido atribuidos a otros autores (tales como el Duo Dinámico o Nino Bravo) pero que en realidad pertenecían a Constancito Obs, una especie de Joselito, que había sido denostado de forma premeditada por su compañía discográfica.
Aquello sonaba raro, pero me lo creí. Y más cuando aportaron cortes de audio de personajes como Salomé o Augusto Algueró hablando de este fenómeno. Realmente inquietante. Y todo había salido de una investigación realizada por Santi Balmes (cantante y líder de Love of Lesbian) y Ricardo Cavolo. Ahí empezaron a chirriar mis atrofiadas neuronas. El final de esa entrevista no os lo cuento, os invito a que lo escuchéis y disfrutéis de un rato muy entretenido de radio (Entrevista a Santi Balmes en "Hoy Empieza Todo" de Radio 3)
Imagen: Lidia León |
Andando en el tiempo, los Magos de Oriente dejaron bajo mi árbol un pesado volumen de tapas duras, a todo color, repleto de ilustraciones y con 400 páginas: ¿Por qué me comprasteis un walkie talkie si era hijo único? Editado por Futurbox Project y La Vecina del Ártico, publicado por Principal de los Libros, escrito por Santi Balmes e ilustrado por Ricardo Cavolo, el resultado ha sido una historia onírica, cargada de sexo, drogas, surrealismo y rock and roll.
Santi Balmes nos acerca la historia de Constancito Obs, un extraño personaje con un don especial para la música que recorre la España tardo-franquista y la Sudamérica de las dictaduras realizando actuaciones musicales, haciéndose pasar por ciego, engañado por un representante enganchado a la coca, una madre falodependiente y un padre biológico declarado incapacitado mentalmente por un psicólogo sobornado por la casa discográfica que se queda con el mayor porcentaje de las ganancias que genera Constancito.
El proceso narrativo cae en la figura de Fernando Obs, hijo del anterior, que tras encontrar una serie de documentos ocultos sobre la verdadera vida de su padre, decide realizar una biografía a modo de reivindicación. De esta forma, la novela transcurre en dos lineas espacio-temporales distintas: la de la historia en el pasado de Constancito; y la de la historia en el presente de Fernando. Esta dualidad espacio-temporal consigue dar dinamismo a la lectura en la primera de las tres partes en las que se divide el libro, pero en la segunda y tercera, la narración se centra más en el pasado, haciendo que ese dinamismo se diluya, lo que a mi juicio provoca una perdida de interés por la historia.
Quizá a esto también contribuya la gran carga surrealista del libro. Es notorio que tanto el texto de Santi Balmes, como las ilustraciones de Ricardo Cavolo, están hechas para provocar risa, diversión, esparcimiento... en el lector. Pero no es menos cierto que algunos de los pasajes de la novela son demasiado surrealistas. Digo demasiado, muy muy surrealistas. Es decir, pensar que una mujer puede dar a luz a lemur, o que una persona es capaz de amputarse de forma voluntaria sus extremidades para satisfacer las fantasías sexuales de su amado, es el resultado de un proceso paranoico-crítico que ni el mismísimo Dalí hubiera sido capaz. Y eso es solo una muestra. El libro está repleto de ilustraciones que evocan un mundo onírico en el que todo es posible. La conjunción Cavolo-Balmes es de lo más fructiféra en este sentido, ya que el primero es capaz de dar forma a todo el imaginario del cantante de Love of Lesbian. Pero desde mi humilde posición, he de decir que el abuso del surrealismo provoca rechazo y hartazgo.
Lo mejor para abordar este libro es hacerlo sin ningún tipo de prejuicio ni expectativa. No es un libro hecho con el objetivo de ofrecer al lector una historia redonda con un principio y un final que permitan cerrar un ciclo. Hay principio y hay final, pero entre medias quedan muchas puertas abiertas que dejan paso a imaginar diferentes finales u otras posibles combinaciones. Quizá lo mejor es dejarse llevar por la prosa sencilla y directa de Balmes sin preguntar cómo y por qué a cada momento, dejar tu mente en blanco, libre de preocupaciones para deleitarte cada día con una dosis suculenta de historias imposibles. Es como la "cara b" de un disco de rarezas.
A los fans de John Boy, a los que tienen ojos spontex, a los que conviven con vecinas que vienen del Ártico y se aman a si mismos profundamente, este libro nunca los defraudará. A los que estamos enganchados al mundo lesbiano nos es fácil imbuirnos en la paranoia diaria de ¿Por qué me comprasteis un walkie talkie si era hijo único?. A los demás, a los que pensáis que esto solo puede gustarle a los tarados, bueno, quizá llevéis razón, pero nunca descubriréis la historia de cómo Constancito llegó a ser Elvis Presley y James Brown a la vez, ni habréis oído nunca hablar de Spandau Latex, ni cuál es el verdadero origen de temas tan nuestros como Libre, ¿Por qué te vas?, Soy un truhan, o por qué los Radiohead cambiaron su estilo de música en su disco Ok Computer.
Nota: quiero dedicarle esta reseña a Laura (mi Reina Maga), a The Mozos y a la Mesa 7.
Lo mejor para abordar este libro es hacerlo sin ningún tipo de prejuicio ni expectativa. No es un libro hecho con el objetivo de ofrecer al lector una historia redonda con un principio y un final que permitan cerrar un ciclo. Hay principio y hay final, pero entre medias quedan muchas puertas abiertas que dejan paso a imaginar diferentes finales u otras posibles combinaciones. Quizá lo mejor es dejarse llevar por la prosa sencilla y directa de Balmes sin preguntar cómo y por qué a cada momento, dejar tu mente en blanco, libre de preocupaciones para deleitarte cada día con una dosis suculenta de historias imposibles. Es como la "cara b" de un disco de rarezas.
A los fans de John Boy, a los que tienen ojos spontex, a los que conviven con vecinas que vienen del Ártico y se aman a si mismos profundamente, este libro nunca los defraudará. A los que estamos enganchados al mundo lesbiano nos es fácil imbuirnos en la paranoia diaria de ¿Por qué me comprasteis un walkie talkie si era hijo único?. A los demás, a los que pensáis que esto solo puede gustarle a los tarados, bueno, quizá llevéis razón, pero nunca descubriréis la historia de cómo Constancito llegó a ser Elvis Presley y James Brown a la vez, ni habréis oído nunca hablar de Spandau Latex, ni cuál es el verdadero origen de temas tan nuestros como Libre, ¿Por qué te vas?, Soy un truhan, o por qué los Radiohead cambiaron su estilo de música en su disco Ok Computer.
Nota: quiero dedicarle esta reseña a Laura (mi Reina Maga), a The Mozos y a la Mesa 7.
Publicado por Carlos Masó
Ooooohhhhh.....me ha encantado la reseña, y la dedicatoria también. Así que surrealista eh?, ahora entiendo porque lo elegiste para la Mesa 7...jajajaja. Muy buena reseña, y me encanta la última foto.
ResponderEliminarAlgo más que la reseña de un libro, una delicia de entrada.
ResponderEliminarGracias Carmen, lo del surrealismo ayudó para elegir ese libro, pero por mi parte pesó más El Club de fans de John Boy. Muchas gracias Pilar, cuando algo te gusta lo haces con más pasión.
ResponderEliminarUna reseña muy elaborada Carlos, me ha gustado.
ResponderEliminarchulísima la reseña y la idea de las mesas, que ya nos habías enseñado... una idea fabulosa! gracias por compartirla
ResponderEliminarLa entrada me ha gustado Carlos, pero no sé si me atrevo con un libro surrealista en un momento de mi vida en el que yo me siento surrealista casi cada minuto que pasa.
ResponderEliminarGracias Claudia, gracias Cris! Vuestros comentarios son muy valiosos. Inma, no sé que decirte. Sinte sientes demasiado surrealista, lo mismo te saturas o quizá te liberes. Reir te vas a reir, otra cosa es tu estado de ánimo.
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