Me consta que reseñar este libro es meterse en terreno un tanto farragoso. Hace ya casi diez años que vivo en Alemania y conozco bien el -ya de por sí escaso- sentido del humor de los autóctonos y su moralmente vetada aplicación a todo lo referente al Tercer Reich.
Hitler aquí no es ninguna broma. De hecho, en Alemania el nazismo está prohibido y, como tal, perseguido por la ley. Sí que se habla mucho de ello, de forma constante se publican reportajes, se ruedan documentales y se escriben libros, pero todo con mucho furor autoflagelante. Lucir simbología nazi, difundir el Mein Kampf o apoyar abiertamente esa ideología es ilegal.
Creo que saber esto es fundamental para entender el libro y sus implicaciones, lo que Timur Vermes pretende transmitir, y todo el revuelo que se ha montado aquí por él. Porque yo, aunque me he reído a mandíbula batiente, no considero que sea un libro de humor.
La historia, eso sí, es tan grotesca y absurda, que casi todas las situaciones que se dan resultan cómicas por necesidad. Imaginaos: Hilter despierta en un descampado de Berlín en el 2011 y se encuentra, de golpe y porrazo, con nuestro mundo, que va explorando poco a poco. Desde su admiración por la aspiradora, el descubrimiento de la televisión (y su programación), la Oktoberfest, Internet, las bolsas de plástico, la UE, el paro, los supermercados, la prensa, los teléfonos móviles... En fin, todo lo que a nosotros nos resulta de lo más normal, para él es nuevo y fascinante, un universo de posibilidades y un montón de recursos a su disposición para retomar la lucha exactamente donde la dejó, allá en 1945. Porque Hitler sigue siendo el mismo de siempre, sigue pensando y hablando igual que entonces.
La diferencia estriba en que está solo, no tiene partido, ni SS, ni ha ganado ningunas elecciones. Para el resto del mundo no es más que un señor mayor bastante extravagante que se parece muchísimo a Hitler. Tanto, que nadie le toma en serio. Todo lo que dice se le perdona y se le ríe, achacándolo a esa excentrecidad que le convierte, de la noche a la mañana y a través de una serie de malentendidos, en la más laureada y prometedora figura de la sátira política que haya visto Alemania jamás.
Y, en parte, tienen toda la razón. El lector no puede evitar identificarse con el entorno que le rodea, sentir incluso algo de ternura por ese hombrecillo ingenuo y pintoresco. Un Hitler que no da miedo, porque no puede ser Hitler ¿verdad? Y aquí es, en mi opinión, donde reside la treta del autor, su exigencia no formulada, pues nosotros, los lectores, sí que sabemos que es quien dice ser y no otro. Sabemos desde el principio que habla en serio, que nada de lo que dice es irónico y que sus intenciones son realmente las que prodiga a los cuatro vientos. Nosotros sí debemos tomarle en serio.
El libro, claro está, gana mucho cuando se conoce la sociedad alemana, sus mecanismos y situación política, y mucho más cuando se lee en alemán (hay algunos juegos de palabras decisivos). Sin embargo, ese ejercicio de redistanciamiento constante que tenemos que hacer al leerlo, ese vértigo que sentimos al darnos cuenta de que, si Hitler despertase ahora, lo que ocurre en esta historia sería plausible, por ese toque de atención hacia la viralización de personajes que exaltamos como divertidos por no peligrosos -aunque ellos mismos no se consideren graciosos, sino todo lo contrario-, por todo esto y más, Ha vuelto merece la pena. Sobre todo por ese final estremecedor.
Hitler aquí no es ninguna broma. De hecho, en Alemania el nazismo está prohibido y, como tal, perseguido por la ley. Sí que se habla mucho de ello, de forma constante se publican reportajes, se ruedan documentales y se escriben libros, pero todo con mucho furor autoflagelante. Lucir simbología nazi, difundir el Mein Kampf o apoyar abiertamente esa ideología es ilegal.
Creo que saber esto es fundamental para entender el libro y sus implicaciones, lo que Timur Vermes pretende transmitir, y todo el revuelo que se ha montado aquí por él. Porque yo, aunque me he reído a mandíbula batiente, no considero que sea un libro de humor.
La historia, eso sí, es tan grotesca y absurda, que casi todas las situaciones que se dan resultan cómicas por necesidad. Imaginaos: Hilter despierta en un descampado de Berlín en el 2011 y se encuentra, de golpe y porrazo, con nuestro mundo, que va explorando poco a poco. Desde su admiración por la aspiradora, el descubrimiento de la televisión (y su programación), la Oktoberfest, Internet, las bolsas de plástico, la UE, el paro, los supermercados, la prensa, los teléfonos móviles... En fin, todo lo que a nosotros nos resulta de lo más normal, para él es nuevo y fascinante, un universo de posibilidades y un montón de recursos a su disposición para retomar la lucha exactamente donde la dejó, allá en 1945. Porque Hitler sigue siendo el mismo de siempre, sigue pensando y hablando igual que entonces.
La diferencia estriba en que está solo, no tiene partido, ni SS, ni ha ganado ningunas elecciones. Para el resto del mundo no es más que un señor mayor bastante extravagante que se parece muchísimo a Hitler. Tanto, que nadie le toma en serio. Todo lo que dice se le perdona y se le ríe, achacándolo a esa excentrecidad que le convierte, de la noche a la mañana y a través de una serie de malentendidos, en la más laureada y prometedora figura de la sátira política que haya visto Alemania jamás.
Y, en parte, tienen toda la razón. El lector no puede evitar identificarse con el entorno que le rodea, sentir incluso algo de ternura por ese hombrecillo ingenuo y pintoresco. Un Hitler que no da miedo, porque no puede ser Hitler ¿verdad? Y aquí es, en mi opinión, donde reside la treta del autor, su exigencia no formulada, pues nosotros, los lectores, sí que sabemos que es quien dice ser y no otro. Sabemos desde el principio que habla en serio, que nada de lo que dice es irónico y que sus intenciones son realmente las que prodiga a los cuatro vientos. Nosotros sí debemos tomarle en serio.
El libro, claro está, gana mucho cuando se conoce la sociedad alemana, sus mecanismos y situación política, y mucho más cuando se lee en alemán (hay algunos juegos de palabras decisivos). Sin embargo, ese ejercicio de redistanciamiento constante que tenemos que hacer al leerlo, ese vértigo que sentimos al darnos cuenta de que, si Hitler despertase ahora, lo que ocurre en esta historia sería plausible, por ese toque de atención hacia la viralización de personajes que exaltamos como divertidos por no peligrosos -aunque ellos mismos no se consideren graciosos, sino todo lo contrario-, por todo esto y más, Ha vuelto merece la pena. Sobre todo por ese final estremecedor.
Vaya, me has dado ganas de leerlo. A mi también me llama mucho la atención la figura de Hitler hoy en día -la histórica está más manida-, sobre todo su uso publicitario en Alemania. Como en los trailers del cine, no sé si lo has visto, ¿el Hitler que manda a todo el mundo apagar el móvil antes de que empiece la peli? Te dejo el link por si le quieres echar un ojo.
ResponderEliminarhttp://solgarciaprats.tumblr.com/post/66583234249/el-ha-vuelto
Hola Sol, gracias por comentar :) Sí, conozco los anuncios con Hitler. jiji
ResponderEliminarComo dato curioso decirte que existe una peli -terrible- que se llama Iron Sky que defiende que los nazis viven y planean su conquista de la tierra desde la cara oculta de la luna... en fin la vi porque me pareció un argumento singular, lástima que la película no valga nada... me atrae tu reseña creo que lo buscaré. Muchas gracias!
ResponderEliminarPor cierto Cristina, probablemente Iron Sky sea un plagio -¿o un homenaje? -de la trama de la novela "El sueño de hierro" de Norman Spinrad. Echa un vistazo a la reseña de lanovelaantihistorica.wordpress.com sobre la novela de Vermes para situarte un poco con el tema y si te animas lee "El sueño de hierro", que merece la pena.
EliminarTe diré, sólo para empezar, que fue una novela de ciencia ficción escrita por un judío americano en la que acabamos "comprendiendo" a Hitler, a sus motivaciones porque el protagonista de la novela, Feric Jagar, un trasunto del Hitler que realmente existió en el año 1933, nos lo cuenta desde su perspectiva, en la que todo lo que hace -la destrucción masiva de "subhumanos", la guerra como medida de supervivencia, la manipulación de las masas por "su bien", etc...- está plenamente justificado desde un punto de vista "humano" con el que el habilidoso Spinrad hace imposible no identificarse, poniendo al descubierto con su maléfico doble juego literario las claves que llevaron a Hitler al poder en 1933, que son casi las mismas que Vermes denuncia en "Ha vuelto".
Un saludo.
De acuerdo al 100% Fátima. El final es estremecedor y ahí hay que ser de cemento armado para no darse cuenta de lo que realmente Vermes quiere decir con la novela que no, no es un libro de humor, es un libro que utiliza el humor para avisarnos de algo muy serio.
ResponderEliminar¡La editora Beate Goltz está pidiendo a Hitler, al Hitler que todos sabemos ya desde ese mismo momento, es el "de verdad", que le escriba un "Mein Kampf" nuevo y que, por tanto, podrá convertir en bestseller, sin preocuparse de otra cosa que de contar jugosos beneficios!
Os remito a la reseña de lanovelaantihistorica.wordpress.com por si queréis darle una vuelta más a esas consideraciones.
Un saludo.