Naturaleza infiel es la primera novela de la escritora aragonesa Cristina Grande (Lanaja, Huesca, 1962) tras dos libros de relatos, La novia parapente y Dirección noche, muy bien recibidos en su momento por la crítica, alabados por Antón Castro, Ignacio Martínez de Pisón o Enrique Vila-Matas, y que le valieron a su autora las comparaciones con Antón Chéjov e incluso reminiscencias de Dorothy Parker o Charles Bukowski.
Cristina Grande nos cuenta en primera persona la historia de Renata y su familia, vista desde los ojos de la protagonista, situada en su mayor parte en una época de cambios, descubrimientos y recién adquirida libertad como fue la década de los ochenta; no faltarán las drogas, el sexo o los cambios tecnológicos e ideológicos, pero tampoco faltará el amor en todas sus formas: por un novio, por una madre, por una hermana drogadicta... Hay quien ha visto en esta novela un claro reflejo de la sociedad de los ochenta, aunque esta no era directamente la intención de la autora, que simplemente la situó en esa época porque era la que le había tocado vivir.
Nos encontramos con una historia en ocasiones muy dramática, de amarga lectura, contada con sencillez y crudeza de palabras. Sin embargo la autora no se regodea en ello, sino que más bien lo suaviza. Lo suaviza con la personalidad tranquila e inocente a veces de la protagonista, o introduciendo pasajes de humor, pero un humor venenoso, casi negro, de ese que te deja la sonrisa helada. Así pues, nos encontraríamos ante una novela de contrastes, de drama y humor contados con naturalidad, como la vida misma. Ismael Grasa comparó la lectura de este libro con el hecho de oler un rosal, pues sales lleno de arañazos pero con el placer de haberlo olido.
En Naturaleza infiel, aunque tratándose de un género más extenso que el que acostumbra a tratar Cristina Grande, consigue conservar su voz y su estilo narrativo. Sin embargo, aunque se trate de una novela que sigue una misma historia protagonizada por un mismo personaje, Renata, está compuesta por breves fragmentos, cada uno con su título y con una extensión no superior a las cuatro páginas. Como si fuera un álbum de fotos, o como recuerdos de la vida de la protagonista que le van viniendo a la cabeza sin un orden aparentemente coherente, pero que construyen una historia y un personaje. Esto recuerda sin duda al género del relato corto cultivado anteriormente por la autora, pero en esta ocasión yendo más allá.
Una narrativa sencilla, frases cortas, capítulos breves, estilo crudo… con estos ingredientes Cristina Grande elabora la historia, vista desde los ojos de Renata, de una familia nada ideal, pero dolorosamente real.
Publicado por Carlos Carranza Comercio
Cómo me gusta leer reseñas de escritores aragoneses :)
ResponderEliminarGracias por tu reseña Carlos, me ha gustado tanto lo que dices del libro como tú manera de escribir.
Muy buena, sí señor...Los ochenta...puff, dura época con la delicuencia y la droga exibiéndose en cada esquina de la ciudad. Miedito daba meterse en el metro, tanta gente pidiéndote "una libra".
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