Mortaja para un ruiseñor, de P.D. James


P.D. James publica en el año 1971 Shroud for a nightingale (Mortaja para un ruiseñor). Es su cuarta novela policíaca, y también la cuarta protagonizada por Adam Dalgliesh, comandante de Scotland Yard. Como un eclipse, la personalidad de Adam impregna de sombras cada rincón de la novela: Adam Dalgiesh es un hombre viudo, sin apenas relación con familiares o amigos, un observador inteligente y aficionado a la poesía, que deambula y medita haciendo partícipe al afortunado lector.

En Shroud for a nightingale Adam Dalgliesh se enfrenta a un caso policial en una escuela de enfermería a comienzos de la década de 1970. Las hermanas y enfermeras viven en edificios victorianos de techos infinitos, arrastrando carritos por pasillos que parecen enmascarar a la muerte, siempre cercana, con su olor a desinfectante; enfermeras que descansan bebiendo té y miran a los árboles que separan las dependencias del hospital, y murmuran y cotillean y callan sobre la tragedia ocurrida.

El ambiente en la escuela es opresivo: la intimidad de unas y otras está anulada. Todo se sabe, las horas de entrada y salida en sus cuartos, los novios que suben a escondidas, pese a que ellas son mayores de edad, sus manías, sus aficiones, sus sueños, su pasado más o menos oculto o alterado, si no ambas cosas. En ese ausencia de lo privado domina el chantaje, la sexualidad reprimida, y P.D. James sabe mostrarnos la psicología exacta de cada una de las enfermeras que habitan esa suerte de campo de concentración, la forma en que reaccionan ante lo imprevisto, sus estallidos de rabia o dolor o indiferencia, y cómo los sucesos y sus reacciones materializan en una maraña de rencores y sospechas.

Sabe mostrárnoslo desde la primera línea, donde uno deja de prestar atención al mundo exterior y de golpe se pone a seguir el sonido aún dormido de unas zapatillas, el ruido luego de un chorro de ducha, el olor del té que parece hecho en la propia casa donde sigo la lectura. La peripecia se va complicando a medida que se suceden los interrogatorios, y para evitar cualquier lejana monotonía la escritora gusta de cambiar los puntos de vista, la escritura como un juego de espejos, y así que los personajes son observados desde diferentes ángulos, multiplicando la dificultad de la trama y el goce del lector.

Novela narrada de forma impecable, con la intriga dosificada y retorcida a cada paso, para que la lectura sea un placer constante, y donde los interrogatorios son alternados con observaciones imborrables sobre la estadía del inspector Adam en el hospital, una estancia incómoda para él mismo, rodeado de la muerte que investiga, pero también la que se adivina en la enfermedad del hospital. Reflexiones que se guardan en la mente del lector y en trazos de lápiz al margen para cuando, algún día, se vuelva la mirada sobre el libro; trazos únicos como el siguiente:

“Sentía en los hospitales ese desagrado del hombre con buena salud, un desagrado basado en parte en el miedo y en parte en la repugnancia, y encontraba falsa y amenazadora esa atmósfera impostada de alegría y normalidad. El aroma a desinfectante, que para la Señora Bale era el elixir de la vida, le infectaba sin embargo con la pesadumbre de la mortalidad. No temía a la muerte, no: había estado cerca de ella una o dos veces ya en su carrera y no le había apenas consternado. Pero sin embargo temía los efectos de la edad adulta, la enfermedad mortal y la incapacidad. Le asustaba pensar en la pérdida de su independencia, las humillaciones de la senilidad, la pérdida de la privacidad, la maldición del dolor, las caras compasivas de amigos cuyas penas hacia él sabía no durarían demasiado”.


Las novelas policíacas exigen rapidez lectora. No tanto porque los sucesos ocurran con velocidad vertiginosa (a veces el muerto se presenta en el primer párrafo, o incluso se da por supuesto en la contraportada chivata) sino por la urgencia natural de resolver una situación, el asesinato, que no es una situación natural de la vida. La lectura va dejándonos montañas de datos, y suelen ser aquellos en apariencia superfluos los que, bien entendidos, otorgan explicación a los sucesos más complejos. Para no olvidarlos la lectura debe ser tan atenta como acelerada y P.D. James, con su prosa exacta, va lanzando las cargas de profundidad por la que las páginas y el tiempo avanzan, sin darnos apenas cuenta que ya es casi de día y la noche se me ha marchado dentro de su gran novela. Recomendada está, así que solo falta que elijas un día lluvioso, un sofá, prepares una buena taza de té, y no quedes con nadie. 

Publicado por Daniel Dilla

2 comentarios:

  1. ¿Es posible encontrarla por Internet o de otro modo?

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    • Muy buenas Carlos:

      Yo la compré en una librería de segunda mano, a precio casi regalado.

      He visto que la puedas comprar en Amazon, por 8$:

      http://www.amazon.com/Shroud-Nightingale-P-D-James-ebook/dp/B002RI9YAK/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1383924087&sr=8-1&keywords=james+shroud

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