Goodbye Berlín, de Wolfgang Herrndorf


Descubrir que todavía un libro te puede sorprender es como el niño que aprende a andar y recorre la casa de arriba a abajo. Eso sentí yo al segundo capítulo de Goodbye Berlín: la sensación de querer leerlo una y otra vez, de que nunca se acabe.

Goodbye Berlín es el título que se ha escogido para su edición en España, pero su título original es Tschick. Tampoco es posible encontrar más novelas de Herrndorf en España, pues ésta es la primera que se edita aquí. Hay que agradecérselo al sello Alevosía que pertenece a la Editorial Siruela. Quizá esta reseña tenga un especial significado al saber que su autor se suicidó el pasado agosto. Quizá esto anime más las ventas, ya de por sí buenas, de Goodbye Berlín.

Lo cierto es que la novela no necesita de ningún hecho excepcional para ser un best seller porque lo tiene todo. Copiando la hoja de promo de la editorial, se trata "una road story hilarante y conmovedora", un viaje hacia la madurez, la amistad y la vida, en general. Lo digo sin ninguna connotación infantil o preconcebida: MADUREZ y AMISTAD con letras mayúsculas, sin ningún aderezo o edulcorante.

Maik vive en lo que los psicólogos, sociólogos... llamarían una "familia desestructurada": su madre es ingresada por periodos en un centro de desintoxicación alcohólica, mientras su padre rehuye de sus funciones familiares ausentándose durante largos periodos en "viajes de negocios", que realmente son escapadas con su amante. La vida de Maik solo se desarrolla en el colegio y su casa con largos periodos de soledad.

Esa monotonía se rompe con la aparición de dos elementos clave en su vida: Tschick y un Lada. Tschick es el nuevo de la clase, un año mayor que Maik, un inadaptado social con problemas legales. El Lada, es el coche que Tschick roba día si día también del mismo sitio y al mismo dueño.

Ambos elementos van a conducir el verano más delirante y convulso de la vida de Maik. Un viaje a ninguna parte por entre los campos y zonas rurales más recónditas de Alemania a bordo de un cuatro latas que resiste cualquier obstáculo que se interponga en el camino. Un viaje que va a dar sentido a conceptos como amistad, amor, solidaridad y lealtad.

Unos diálogos totales, con un lenguaje directo sin miramientos, sin correcciones, no hay nada políticamente correcto. Ésa es la huella más notable de la literatura de Herrndorf, su estilo directo, que pone a sus personajes las palabras justas que una persona de la edad de los protagonistas utilizaría.

Maik nos ofrece en primera persona una visión completa de su mundo. Una visión diferente de cualquier adulto o persona que mirase la vida con filtros. Él se muestra prístino ante la realidad que le invade, y la afronta como mejor sabe: a golpes, a mordiscos.

Goodbye Berlin es un bocado a la vida. El libro al que agarrarse cuando crees que todo está perdido y necesitas recuperar la confianza en ti mismo. Contiene uno de los secretos más importantes de la vida: vivir el día a día como si no hubiera un mañana. Aprovechar cada momento a veces sin pensar en las consecuencias. Maik y Tschick nos dan una verdadera lección.

Publicado por Carlos Masó   

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