La delicadeza, de David Foenkinos

"En una historia de amor, el alcohol acompaña dos momentos opuestos: cuando se descubre al otro y hay que narrarse uno mismo, y cuando ya no hay nada que decirse."

“La delicadeza” es como uno de esos perfumes suaves y livianos de olor exquisito que se venden en pequeños frascos. Es como una ligera falda de algodón agitada por el viento. Es también la fuerza del choque de las olas junto a las rocas. Es, en definitiva, una de esas cosas bonitas que engrandecen el alma. Un regalo. Una carta de amor a la literatura y a la vida.

La grandeza de esta obra está en su sencillez, así como lo importante de la vida está en los pequeños detalles. Se trata de una historia simple y desgarradora, contada con sinceridad y optimismo.

El libro comienza contándonos la bella historia de amor de Nathalie y François. Juntos forman una pareja perfecta, se complementan, se entienden y se aman de una manera idílica. Sin embargo, un día esta felicidad se verá truncada por la repentina muerte de François. A partir de este momento, Nathalie se sume en un profundo dolor del que tendrá que ir recomponiéndose poco a poco, recuperando las ganas de volver a vivir. Serán decisivos en su vida dos chicos completamente diferentes, que le harán volver a replantearse su derecho a vivir y a amar de nuevo.

La novela cuenta con 117 breves capítulos, lo que facilita una lectura muy ágil. Una de las cosas más originales y que más me cautivó del libro es que no todos los capítulos hacen avanzar la trama, sino que hay algunos que son simplemente una frase, un trozo de canción o un detalle de algo que ha tenido lugar. Esto le confiere más belleza si cabe a esta obra de la que son preciosas hasta las notas al pie.

Foenkinos se adentra en el terreno del dolor y de la esperanza sin buscar la lágrima fácil o el morbo y sin caer en la cursilería de las novelas rosas sin fondo. Consigue adentrarse en los sentimientos de sus personajes y del lector con una facilidad y una sencillez extrema, dibujando unos personajes de los que no se olvidan jamás. Una lectura imprescindible.

"La suya era una belleza como para poner puntos suspensivos por todas partes..."

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